Us compartim l’homilia d’en Matteo Suffritti, jesuïta italià que ha estat un temps entre nosaltres.
Comentari de l’evangreli Lectura de l’evangeli segons sant Lluc (Lc 13,1-9)
Después de la homilía de Montse Esquerda y del padre Rambla en la Sagrada Familia el sábado pasado, trato de continuar yo. También quiero que sea una manera para agradecer y para recordar algo de lo que he vivido entre vosotros. Yase va acabar para mí este regalo del tiempo apostólico en Catalunya, y pronto volveré a Salamanca con los otros compañeros de la tercera probación.
Una de las primeras sorpresas, aquí en Lleida, ha sido el encuentro con la aventura educativa del Claver. En las celebraciones del Miércoles de Ceniza, la semana ignaciana, las sesiones de guitarra y de religión, he podido conocer por lo menos un rato muchos nois i noies y, con la excusa de ayudar el Alexis (ahora peregrino en el Camí ignaciano), también he hecho una mica el profe de filosofía con los alumnos de bachillerato.
Creo que este evangelio que acabamos de escuchar le podría gustar mucho a Hume, el último filósofo que estamos estudiando. Hume se interroga sobre el principio de causalidad, de su consistencia, encontrando cómo muchas veces construimos conexiones falsas: no siempre “post hoc ergo propter hoc”, no siempre es verdad que un acontecimiento produce necesariamente un segundo acontecimiento.
Afortunadamente, si uno de nosotros es pecador no siempre le cae una torre encima, o es víctima de represiones políticas… ¡puede ser que haya otras causas! A Hume y al filósofo que llevamos dentro nos gusta mucho esta respuesta de Jesús, que nos invita a razonar sobre si de verdad podemos encontrar una conexión entre los acontecimientos violentos o trágicos, o sobre la moralidad de los que sufreny la voluntad de Dios.
Una buena noticia del Evangelio de hoy, es la invitación a una fe que trate de estar preparada y ser crítica e inteligente. Es verdad que un creyente trata de ver dónde y cómo el misterio de Dios está en lo que nos pasa, pero tenemos que estar atentos a no apresurarnos para llegar a conclusiones que no tienen sentido. ¡Qué triste cuando algunos dicen de nosotros que somos muy creyentes… pero que también somos bastante tontos!
Jesús, como buen compañero, no se cansa de dialogar con nosotros para que podamos entender mejor lo que nos pasa. Pero no lo hace igual que un filósofo o psicólogo: lo que le interesa es ayudarnos a entender en profundidad lo que se mueve en nosotros, la consistencia de los argumentos, de dónde vienen, adónde llevan, las imágenes de Dios que están en juego.
Este diálogo vivo con Jesús es algo que encuentra también Ignacio en su experiencia como peregrino en Catalunya, especialmente en Manresa. Un diálogo siempre posible con el Señor enque también podemos ayudarnos. Qué bonito conocer a varios de vosotros en el recés dels exercicis en la vida quotidiana, hace un mes.
Como lo hace un buen amigo, en el Evangelio de hoy, Jesús ayuda a sus interlocutores a entender qué imagen de Dios está detrás de la idea de que, si te pasa algo malo siempre es un castigo divino por lo que has hecho mal.
Si yo o mi gente provocamos a unos Pilatos (que ya se sabe que son tíos que esperan resolver las cosas con la violencia) ... ¡no nos matan porque somos pecadores y Dios nos castiga!
De la misma manera, si construimos la torre de nuestra vida más torcida que la torre de Pisa, si construimos sociedades tan frágiles, injustas y rígidas que, llegados a un punto, se derrumban… ¡no sé cómo lo veis vosotros, pero a mí me parece un poco feo echar la culpa a Dios que nos castiga por los pecados!
Es algo que nos toca muy de cerca en estos días difíciles, en los que hemos despertado la locura de la guerra, tan cerca, tan violenta,siempre fratricida. Si eres un político hazlo bien sabiendo que, si tú o tu entorno buscáis la confrontación violenta con un violento, tenéis buenas posibilidades de obtener, antes o después, más tragedias y más injusticias.
Si eres ingeniero y construyes torres, cuidado con los materiales que utilizas, y cómo respetas los límites físicos, para no cargar a otros con responsabilidades que no les corresponden.
De una forma o de otra, todos somos políticos e ingenieros, estamos construyendo más o menos bien, más o menos conscientes de lo que estamos haciendo.
Jesús reconoce que este tiempo que estamos viviendo, no es el tiempo del castigo o del juicio final, sino que es el tiempo de la paciencia trabajadora y comprometida. Y Jesús propone esta imagen de la higuera, que no da frutos, para ayudarnos a enfocar mejor, con él, nuestra imagen de Dios, del Pare.
Sobre todo, como hemos encontrado en el salmo de hoy, el Senyor és compassiu i benigne. El Señor no es sólo ni tantoel Dios del castigo. Lo hemos cantado juntos varias veces (en la oración de Taizé, en el recés, en la vetlla del dimecres de cendra per la pau) il Signore ti ristora, el Señor te restaura, cuida la planta que es tu vida, Dio non allontana, no se aleja de ti, sino que se acerca más a ti para ayudarte a dar frutos, no te aleja de los demás, sino que es partidario de que cada uno de nosotros pueda vivir en plenitud, no uno contra el otro o con indiferencia, sino ayudándonos unos a otros en esta aventura. Y esto lo hace empezando con la planta más desviada, más necesitada, allí donde otro campesino deja de esforzarse y ya no se compromete …
Esto también lo he encontrado estando con vosotros en este tiempo. Me parece que la aventura de Arrels Sant Ignasi, en la que muchos estáis involucrados, nos ayuda exactamente a no alejarnos y a comprometernos. Un presente donde vivir cuidándonos, y empezando por las personas y las situaciones más frágiles, allí donde nos preguntamos si tiene sentido nuestro esfuerzo (por ejemplo, el refuerzo escolar al Secà), y también compartiendo con responsabilidad la fragilidad de la torre de nuestra sociedad (el encuentro al Parlament de Catalunya hace unos días en torno a la próxima campaña agrícola, en el que participó tambéel nostreRoger).
Hace poco más de un mes no sabía mucho de Lleida, hoy doy gracias a vosotros y al Señor: sois una Comunidad que me ha anunciado el Evangelio, este Evangelio con el que nos despedimos. Igual que le sucedió a Moisés saliendo de Madián, yo no sabía con lo que me iba a encontrar saliendo de Salamanca. Hoy doy gracias porque siento que el Señor me esperaba aquí con su don. Puedo reconocer que el compromiso sencillo y fiel que anima esta comunidad es como el fuego que no consume.
¡El Señor, que nos envía en misión, es el Dios que se hace encontraren Lleida!
Matteo Suffritti sj
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